«Cuando se estaba con Federico, no hacía ni frío ni calor, hacíaFederico», decía Jorge Guillén. Federico a secas lo llamaban sunodriza La Colorina, su familia cercana o la legión de amigos quelo conocieron en sus años granadinos, en la Residencia deEstudiantes o a lo largo de su nutrida vida literaria: las voces detodos ellos se encuentran en este libro. También escuchamos lasuya propia: la del poeta, la del dramaturgo, la del conferenciantecon la claridad y fuerza de unas ideas que hoy tienen la mismaurgencia; la voz desnuda del hijo, del hermano y del amanteenamorado. Tras años de investigación y trabajo, Ilu Ros fusionavoces y palabras con sus hipnóticas ilustraciones, que nosarrastran como la magnética personalidad de Federico GarcíaLorca: icono de generaciones pasadas, presentes y futuras.