Una novela que se lee como un manifiesto.
En Rehenes cristaliza el potente monólogo de Sylvie, de cincuenta
y tres años, divorciada y con dos hijos, la empleada perfecta
y mano derecha de su jefe...Hasta que le pide que clasifique
a los trabajadores de la fábrica entre aquellos que deberían
salvarse de un proceso de despido colectivo y aquellos que no.
De repente su mundo se desmorona y acaba haciendo lo impensable:
secuestrar a su jefe durante una noche.
Una novela que se lee como un manifiesto, como un grito y
una llamada de atención para que nos replanteemos la sumisión
a la que nos somete el sistema; qué es la libertad o la
obediencia; la alienación a la que nos conduce el mundo del
trabajo al tiempo que pensamos que nos estamos realizando
precisamente a través de él, y la dura realidad a la que se enfrentan
las mujeres, para las que a menudo la violencia que
ejercen hacia ellas las empresas no tiene nada que envidiar a
la de los hombres.